miércoles, 31 de agosto de 2011

San Inazio, sin vergüenzas y otras festividades (II)


Como son tantos y hacía calor salieron con sus viandas y bebiendas al balcón de la Diputación donde todavía permanece una ridícula y desfasada pancarta alusiva a cierta paz. El numeroso público que circulaba por la Gran Vía contemplaba atónito la escena: unos señores y señoras trajeados que tragaban sin pausa y sin pudor en una deplorable ostentación pública de poder y supuesta superioridad: el pueblo llano por la calle y ellos gozando en las alturas. Estuve unos minutos esperando, a la vez que mirando, a que pasase alguien conocido que con su teléfono móvil, yo no tengo, pudiera recoger la entrañable escena. Y así fue. Mientras, observaba atentamente la reacción de los transeúntes ante tan insólita presencia en dicho balcón, y oí de todo: sinvergüenzas, caraduras, corruptos, vividores, todo el día tragando y cosas más fuertes como cabrones, hijos de…. A su vez, por los alrededores decenas de escoltas y otros parásitos al servicio particular de mediocres políticos que se revisten de autosuficiencia al tener unos siervos y coche a su plena disposición. 

Como me parecía una incongruencia la inadmisible exhibición de soberbia y banalidad, miré al día siguiente que reflejo tenía en los medios locales. Su afinidad al poder, subvenciones, exclusivas etc. se limitaron a la crónica social y resaltaban algunas partes del discurso oficial. Así, el diputado foral de Presidencia Juan María Aburto (PNV), tuvo el cinismo y algo más de decir ”Es una barbaridad que haya políticos que se bajen el sueldo” y el Diputado General Jose Luis Bilbao en una magistral lectura del momento presente y del acto en concreto aseguró “que corren tiempos de austeridad…son momentos duros, pero estoy convencido de que pronto..“ Quizá por ello aquella ostentosa celebración, un brindis selectivo al futuro, que ha costado cerca de 20.000 euro.

Pocos días después, el 31 de julio, se conmemoró en la Basilica de Loiola, en Azpeitia la tradicional festividad a la que asistieron el alcalde de la villa Eneko Etxeberria, el Diputado General Martin Garitano y la presidenta de Juntas Generales Lohitzune Txarola. Como cada año los familiares de los prisionero políticos vascos, acudieron a reivindicar con serenidad sus justos derechos quienes recibieron, en contra de la indiferencia de ocasiones anteriores, el afecto de estos dirigentes de Bilbu, que en una actitud de sinceridad ideológica se abstuvieron de entrar en el bellísimo templo que podrán contemplar en ocasiones lúdicas como en los magníficos conciertos de órgano. A su vez se libraron de soportar la demagógica disertación del obispo delegado castrense Munilla.

El ciclo de la hipocresía se cierra de nuevo en Bilbao donde el 15 de Agosto, Asunción de la Virgen María en el calendario cristiano que rige, con la tradicional romería a la colina de Artagan, donde se sitúa la basílica de Begoña patrona de Bizkaia, en una convertida jornada de folklorismo religioso. El alcalde Azkuna tuvo la habitual arrogancia, atrevimiento y desfachatez de subir al altar para buscar el facilón y fetichista aplauso parroquiano y el consentimiento del otro obispo compadre, Iceta. Pidió a la citada virgen, amatxu en términos populistas, su colaboración para salir de la crisis económica fruto del “incremento de la ambición y la avaricia, que nos ha arruinado moralmente”, en una evidente crítica a los escándalos de corrupción de su propio partido, el PNV. 

Como el auditorio estaba ya previamente entregado, sino fanatizado, además de cansado por la peregrinación previa y aburrido, acudió a la rutinaria, reiterada y rentable referencia crítica a ETA, actualmente de moda y de apreciable arraigo en las masas populares. Jamás como alcalde ha tenido la más elemental, decente e incluso cristiana, consideración hacia los ciudadanos de la villa detenidos y torturados por razones políticas, sociales y culturales, casos Udalbiltza 18/98, Egunkaria, por las fuerzas de ocupación y las locales, ni siquiera hacia quienes han sido concejales en sus legislaturas. Miserable actitud al servicio de la impunidad y el españolismo. 

Para reconciliar su espíritu tiene una inmediata reparadora novena: asistir rodeado de su sanedrín de sádicos sanguinarios al ruedo de la muerte de Vista Alegre para regocijarse con la tortura, muerte y descuartizamiento público de 54 toros en nueve días. La violencia como espectáculo oficial de la villa ofrecido por el Partido de las consabidas condenas selectivas. Un encierro voluntario de hipócritas. El alcalde Azkuna con su gallardía de tetrabilbaino, (por los cuatro costados) podría también bajar al ruedo y exigir públicamente a los matarifes de la banda asesina disfrazados de colores la condena colectiva de sus asesinatos, su disolución definitiva y la entrega de las espadas: el Tauroefecto Bilbao.

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