martes, 6 de diciembre de 2011

Christa Wolf, un recuerdo en la Azoka de Durango


Su actitud frente a la RDA la convirtió en una figura polémica: En 1949 se afilió al partido único SED, del que sería miembro hasta junio de 1989, en que fue expulsada. Colaboró  de manera inoficial con la policía política (Stasi) entre marzo de 1959 y octubre de 1961. Con el tiempo fue desarrollando una visión cada vez más crítica con el gobierno comunista, pero sin renegar nunca del marxismo. Ella misma publicó en 1993 el acta que revelaba su colaboración con la Stasi. Calificó esa experiencia de "punto oscuro" en su vida. Con la reunificación alemana en 1990 mantuvo la esperanza de que se llegara a una forma de comunismo más humano. Nunca abandonó la RDA “ni, en palabras de su editora Ulla Unseld-Berkéwicz de la editorial Suhrkamp, dejó que el país la dejara a ella" (Sie verliess nie die DDR und liess auch nicht zu, dass ihr Land sie verlässt).  Tras la caída del muro, en la noche del 9 de noviembre de 1989 fueron muchas las voces que pidieron la reunificación, Christa, como otros, como Volker Braun y Stefan Heym, no estuvo de acuerdo. Reivindicó una RDA libre, independiente, marxista, de rostro humano. Veía posible una reforma del socialismo. Hasta estos momentos fue candidata seria al Nóbel de literatura con la pátima de su crítica al sistema  del Este.

Yo creo que, a pesar de sus desencuentros con el sistema, Christa a partir de la reunificación se sintió un poco o quizá un mucho huérfana. Y tuvo qué plantearse qué hacer en adelante. En 1989 publicó su obra Was Bleibt (Lo que queda), escrita 10 años antes, en el 79, y en la que se pregunta por qué el desmoronamiento de la RDA, de la que se siente corresponsable. Es crítica con el mundo occidental, con su capitalismo y materialismo. Muchos escritores de la Alemania Occidental, que le aplaudieron cuando criticó a la DDR, ahora se le echaron a la yugular, le tildan de ser escritora vendida al régimen, de ser escritora de medio pelo, son los conocidos como los de la Literaturstreit (de la trifulca literaria). Hubo quienes la defendieron, como Günther Grass. Arreciaron las críticas cuando se supo en los 90 que fue reclutada por la Stasi como colaboradora inoficial. Dio la cara, publicó las actas, que recogían sus informes a la Stasi (Akteneinsicht Christa Wolf), en las que por cierto daba una visión positiva de los escudriñados.

Vivió momentos duros, incluso se temió por su vida. Su vida no fue fácil. Sus muchas obras y escritos reflejan sus temores, sus dudas, sus interrogantes y esperanzas. Vivió una verdadera caza de brujas por parte de escritores occidentales, algunos de ellos, los más, verdaderos colaboradores vendidos al capital, altavoces panfletarios de señores de la guerra. Escritores de inhumanidad. Cuando el entorno se le vuelve agrio Christa reflexiona y expone sus vivencias en el mundo que le toca en suerte, vierte hacia fuera sus anhelos socialistas y de persona buena.

En sus últimos años, la Christa anciana, enferma, cuerda y serena grita en sus obras que ama la vida, “Ich lebe gerne”, que ama su Berlín, a su mozo y a sus dos hijas. También en sus últimas obras tras el muro nos regala sus reflexiones, su sentir, su piel fina de mujer sensible y socialista, su anhelo de un mundo mejor por el que ella tan duramente luchó en vida. Un beso a Christa en este otoño con nieves ya en los altos.

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