domingo, 26 de diciembre de 2010

Euskal Herria/Nabarra

 Juan Maria Eskubi Arroyo
          
              La clase trabajadora, a nivel mundial, se halla sumergida en una crisis dramática por culpa del neoliberalismo globalizado. Esta ideología, como siempre ocurre con el capitalismo, favorece el enriquecimiento de una minoría ambiciosa e insolidaria mientras arroja al abismo del hambre y la miseria a millones de personas a las que esclaviza y exprime; muchas mueren de hambre por alimentación insuficiente, por beber agua contaminada, por respirar aire tóxico, por pandemias sin asistencia sanitaria, por habitar viviendas insalubres, asesinadas en guerras, éxodos y bloqueos, luchando por la libertad... Y por si esto fuera poco, los desastres naturales, volcanes, terremotos, tsunamis, huracanes, tornados, inundaciones, sequías... matan cada año a cientos de miles de personas, a las más pobres, obligadas a hacinarse en laderas inseguras y zonas inundables. Por cierto, ¿qué pensar de la iglesia, que adora y reza a dioses impotentes, que acapara inmensas riquezas, que trata con crueldad a los humildes, mientras lame el culo a los poderosos...?

                La derecha, aunque se disfracen de progresista, nacionalista, socialista, republicana, pacifista, demócrata-cristiana, será siempre servil ante el poderoso y déspota con el débil, desde el hemiciclo, la cátedra, el púlpito... con epístolas o con pistolas. Para eso inventaron la religión, las leyes, el feudalismo, las monarquías, los parlamentos...

                En el neoliberalismo prevalecen las inversiones especulativas de ganancia rápida sobre las productivas, insustituibles en la creación de riqueza. El capital trata de reproducirse a sí mismo, con prácticas especulativas, en un caótico círculo vicioso con final desdichado para los inocentes depauperados. Las estadísticas informan que en el mundo más de 1.300 millones de personas sufren escasez extrema. En Euskal Herria/Nabarra, un tercio de las familias perciben ingresos insuficientes para su sustento, y menos aún para acceder a los servicios docentes, culturales y de ocio que adornan y alegran la vida a los solventes. Precisamente ahora, el gobierno español, que para mayor escarnio se denomina “socialista y obrero”, ha decidido anular las míseras ayudas de subsistencia que entregaba a las personas empobrecidas por la crisis... sin tener en consideración que muchas de las familias perceptoras tienen a todos sus miembros en el paro... A esta violencia la llaman democracia.  

                Hace muchos años que el reino español y la república francesa sometieron a Euskal Herria/Nabarra por la fuerza de las armas. Desde entonces niegan nuestra existencia y, en consecuencia, nos prohíben constituirnos en república independiente, como desea la mayoría. Ni siquiera  nos permiten realizar un referéndum en condiciones de libertad y democracia. Son precisamente los deseos de independencia de los ciudadanos de Euskal Herria/Nabarra los que impulsan a los estados español y francés a reprimir violentamente a los defensores del proyecto secesionista. “España, antes roja que rota” decían -y dicen- los unionistas hispanos. No olvidemos que el vigente reino español y su monarca proceden de la voluntad del fascista y nacionalcatólico Francisco Franco. Los responsables de los genocidios y crímenes cometidos durante la “Cruzada” y en la posterior dictadura, no han sido depurados ni juzgados ni condenados... lo que no es  absurdo teniendo en cuenta que los tribunales y jueces actuales se nutren de similar ideología. Hay que recordar que la transición a la muerte del caudillo se realizó bajo amenaza de intervención del ejército, sin garantías democráticas, y a pesar de ello, contando con la colaboración de los autonomistas vascos, que con ánimo de embaucar a ingénuos, presumen de “nacionalistas”.  

                Por ubicación política y geográfica, por hábitos culturales, por renta y otros índices macroeconómicos, Euskal Herria/Nabarra, pertenece al Primer Mundo o grupo de países ricos. Las multinacionales de Hegoalde, BBVA, IBERDROLA, PETRONOR, etc., obtienen excelentes ganancias, lo que no les impide exigir a sus esbirros, los gobiernos de Gasteiz, Iruñea y Madrid, que defiendan y prioricen sus intereses sobre los de la clase trabajadora, aunque ésta sea la mayoría social. Para ello exigen que les reduzcan los impuestos, que legislen a favor de la flexibilización y abaratamiento de los despidos de empleados, que amplíen la jornada laboral sin incrementar salarios, que retrasen y recorten drásticamente las pensiones de jubilación, que disminuyan el “gasto” social, que criminalicen la disidencia, regocijándose con la persecución y encarcelamiento de los más opositores más activos... Y para remate, exigen que en las crisis que su ambición provoca, les proporcionen miles de millones de euros procedentes de fondos públicos para cubrir sus quiebras, en detrimento de las asistencias y servicios sociales públicos. De esas crisis los financieros emergen siempre enriquecidos... al menos así ha sido hasta ahora, y si no lo remediamos, seguirá siendo en el futuro. El beneficio monetario es el objetivo fundamental de su actividad, y para lograr el máximo posible exigen “paz”, pero no una Paz que sea resultado de reconocer y proteger el derecho a la libertad de los pueblos; que anule las leyes “ilegales” como las que condenan a los abertzales a “muerte civil”; que admita la participación popular en el análisis, debate y decisión de los proyectos de infraestructuras estratégicas, (sanidad, trabajo, vivienda, docencia, cultura, de ordenación del territorio, energía...). Los ciudadanos que se oponen a esos proyectos con argumentación bien razonada, son perseguidos por “terroristas”.

                Quieren  una “paz” que viole sistemáticamente los derechos humanos, que proteja los intereses de especuladores y financieros en perjuicio de la clase trabajadora, que los fondos públicos acudan rápidamente a socorrerles, que privatice los escasos servicios y empresas que aún mantienen titularidad y gestión públicas... y que los gobiernos títeres consoliden este régimen injusto y represor, aplicando sine die un estado de excepción fáctico... Para garantizar este “orden”, los empresarios españoles más acaudalados se reunieron a mediados de noviembre en La Zarzuela con el comandante en jefe de las fuerzas armadas. Ya hemos comenzado a percibir las consecuencias del cónclave. Dicen que es democracia.

                Estudio aparte merece el “complejo industrial militar” ubicado en Euskal Herria/Nabarra, llamado eufemísticamente “industria de defensa”, integrado por las multinacionales ya citadas y por las empresas, también “vascas”, SENER, ITP, GAMESA, HEGAL, EXPAL, etc., que fabrican y venden armas mortíferas, utilizadas para saquear los recursos en países del Tercer Mundo y en la represión de rebeldes en estados gobernados por sátrapas. Las instituciones vascas apoyan ese infame subsector con créditos y subvenciones, que justifican como paliativo para combatir la lacra del paro, simulando ignorar que la lucha contra el desempleo fabricando y exportando cañones, tanques, bombas de racimo o minas antipersona es un gravísimo ultraje a la paz. Lo llaman democracia.

                Una pandilla de “intelectuales”, de columna y tertulia cotidianas, han vendido,  por un puñado de monedas, sus conciencias y habilidades retóricas. Colaborar con el poder establecido se ha convertido en una lucrativa profesión para esa caterva de charlatanes.

                Para erradicar tantas injusticias y conquistar los derechos democráticos pisoteados por el neoliberalismo y sus esbirros -derechos “civiles y políticos” los denomina con acierto la joven Aurore Martin- la mayoría social vasca reivindica, con decisión y firmeza, la Independencia y el Socialismo para Euskal Herria/Nabarra, convencida de que sólo así se podrán alcanzar la Paz, la Libertad y la Democracia. 

                Aurrera!


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