Coincidiendo con los días navideños hace años que se ha generalizado en todo el mundo la moda de iluminar edificios y calles de muchísimas ciudades y pueblos convirtiéndose en un descarado y exclusivo propósito comercial. En demasiados lugares se anticipa abusivamente creando un escenario de ficticia felicidad que dura excesivamente, en la práctica una doceava parte del año, lo que produce por su rutina un cierto hastío.
En Donostia, su alcalde que en muchos aspectos demuestra mucha más sensatez que su colega de Bilbao, ante la supresión de la iluminación de diciembre declaró muy acertadamente hace unos días que ”la dignidad de la Navidad, y más en tiempos de crisis que afectan a miles de familias, no se puede hacer depender de la existencia de iluminación navideña en algunas calles”. Personalmente, he estado algunas noches y la ciudad no se resiente en absoluto, en cualquier caso para este objetivo son los propios escaparates los que deben propiciar un atractivo.
En la Villa, donde las asociaciones de comerciantes y hosteleros tienen prisionero a un alcalde victima del populismo más convencional que se pueda imaginar, como ocurre frecuentemente el despropósito alcanza el grado de agravio social, económico y ambiental. La Asociación de Comerciantes del Casco Viejo en su 40 aniversario ha instalado en la acera del frente arquitectónico del Arenal, el Boulevard, un vulgar y vergonzoso gran panel luminoso soportado por tres altos mástiles empotrados en unos zafios cubos de hormigón de un metro de lado y altura que constituyen una importante reducción del transitado paso ya obstaculizad por el andamio de una obra.
Esta brutalidad consentida a la movilidad urbana se complementa con la banalidad de los símbolos iluminados representados. Ya se ha prescindido del euskera, quizá para simpatizar con el nuevo gobierno rapiña antivasco del PPSOE, y del tradicional repertorio iconográfico navideño. Se han colocado, además de alguna imagen de edificios del lugar, exclusivamente las siluetas de una camisa con corbata, unas gafas, algo que insinúa un bacalao y la, al parecer, ineludible invocación al alcoholismo, un vaso de vino. Un impresentable y despreciable descaro chabacano y consumista. Para la inauguración de esta horterada se engañó, en un momento emocional personal, a algunos de los marineros del barco Alakrana, en realidad fue un secuestro oportunista y comercialista camuflado de apoyo solidario.
En el centro de la villa, en la plaza Moyua, Bilbao Centro con el habitual y masivo desprecio de sus comerciantes al euskara, se ha permitido rotular la iluminación pseudofestiva, en realidad vulgares anuncios, de las calles que allí confluyen, Ercilla, Elcano, y Rekalde excepto en la Gran Vía, mostrando su aberrante talante con unos impresentables mensajes: Shopping, Bon Appetit, Dendak, Calidad, Turismo y Cultura respectivamente. En estas circunstancias parece no sólo sensato sino imprescindible una reacción de boicot a los establecimientos reaccionarios y aquellos que colaboran con su cómplice silencio.
Esta es la bastarda imagen de un impresentable talante consumista que ofrece la villa consecuencia de una muy preocupante carencia de autoestima y poder de sus comerciantes. Además de la pésima sensación para forasteros sensibles que perciben tal renuncia identitaria. Ante esta inadmisible y despreciable vejación a la lengua propia del país y a la idiosincrasia de la ciudad, ¿no hay ningún comerciante vasco que actúe como tal y se rebele contra esta continua infamia? ¿Las asociaciones vecinales, culturales comparten esta agresión y demostración de odio al euskera? Poco puede esperarse de la concejala de Cultura Ibone Bengoetxea conocida su ineficacia ya demostrada cuando era (ir)responsable de Circulación hace cuatro años con el atropello mortal de Basurto de los hermanos Aitor y Oihane Aginako el 3 de enero de 2006, y su vergonzosa insensibilidad posterior con la incomprensible desfachatez del consistorio de recompensarla al ser designada para Cultura, es decir festejos toros y ópera.
Finalmente la Oficina del Uso del Espacio Público que para ciertos asuntos concretos muestra un ilegal favoritismo, ¿cómo puede admitir, o a cambio de qué, este caótico abuso de uso de una concurrida acera y bajo que premisas y con qué control de calidad se pueden colocar mensajes en la vía pública? ¿Si los lemas iluminados hubiesen sido Independentzia, Presoak Etxera, o PSOE-GAL berdin da, los hubieran admitido? ¿Para qué sirve este organismo además de justificar el sueldo de su director, un ex-policía, que permite la presencia continua en tan céntrico espacio como los jardines del Arenal, recinto catalogado y por tanto un emplazamiento ilegal, de una impresentable txosna churrería cuyos insoportables aromas de aceites y humos se expanden hasta la entrada del Arriaga?
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